jueves, 31 de marzo de 2022

El sereno y su historia

Jurucha lleva más de medio siglo sirviendo pinchos en Madrid, de una forma u otra, el bar de tapas crea su propia historia dentro de la urbe madrileña.

En esta oportunidad nos pareció interesante realizar un artículo rememorando parte de la historia madrileña con datos de color e interesantes.

En el artículo de hoy, hablaremos de los serenos de Madrid, ¿conoces su historia?. Si aún no, te invitamos a que sigáis leyendo y la conozcáis.

El sereno era una persona que por las noches abría a los vecinos los edificios de la calle, haciendo de "portero nocturno", además salvaguardaba la seguridad de los barrios evitando altercados, en caso de incendio era el encargado de avisar a los bomberos y controlaba el alumbrado público.

Además informaba la hora y el clima. En invierno lo más común era escuchar "doce en punto y lluviaaa" y en verano eran escasas las lluvias y el grito era "doce en punto y serenooo". De ahí surge su nombre, la gente de tanto oír su canto y para diferenciarlos de otros vigilantes, comenzó a llamarlos así.

El origen del sereno se da por el gran tamaño que tenían las llaves de los portones antiguos, suponía una carga pesada para llevarlas encima, y la profesión se popularizó en el siglo XVIII.

El Cuerpo de Serenos se creó oficialmente en el año 1765. Los requisitos para entrar era medir 5 pies de altura como mínimo, tener voz fuerte y clara, y tener entre 20 y 40 años de edad.

El uniforme para llevar a cabo el oficio, consistía en lo siguiente: capote gris, gorra de plato, un chuzo (era un arma defensiva), un silbato de bronce y el manojo de llaves.

En Madrid habían serenos por toda la ciudad desde el Paseo del Prado, la zona del parque de retiro, el barrio de Vallecas, por la zona del cerro del Tío Pío.

Su presencia era fundamental sobre todo a partir de las diez de la noche cuando para entrar en la vivienda era necesario que el sereno abriera el portal. Entonces en esa época, las personas tenían que dar fuertes palmadas y gritar "Serenoooo". Entonces a esta llamada, ellos responden con "Va" y daban un golpe al suelo con el chuzo.

El ofició de sereno desapareció en la década del 80, con la llegada de los porteros automáticos y de la modernización de las cerraduras. Además las tareas de vigilancia de las calles comenzó a ocuparse la policía local.

El último sereno en Madrid fue Manuel Amago, comenzó a ejercer su oficio en 1956, heredando la plaza de su padre era sereno del Barrio de Salamanca, en 1986 a los serenos se les ofrece la posibilidad de integrarse dentro del Ayuntamiento, pero el decidió seguir siendo sereno, hasta la edad de 84 años. Como reconocimiento a su labor tiene una placa conmemorativa en la calle Gómez Ulla entre 8 y 10.

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